Yo no sé de otras cosas. Las barreras de la mente.

Se puede saber de muchas cosas, y de otras no saber.

Lea, a sus 19 años, sabe que su vida se está empezando a hacer claustrofóbica entre la tienda de ultramarinos de sus padres y las cuatro calles de su pueblo.


Tampoco le ayuda ver siempre la misma gente: Javier, el guapo del pueblo que, pese a gustarle y ser correspondida, no sabe hablar de amor; Marcos, que siempre la quiso y le deja en el felpudo regalos; Catalina, la coja, su mejor amiga; Esteban, que dispara a los animales; y su hermana… que no sabe lo que es una vida normal más allá de su silla de ruedas y las paredes de su casa. 

Aunque si alguien viene nuevo al pueblo, también le miran todos con “ojos de campo” desafiantes, inquietos, desconfiados.

Lea sale una mañana al campo, y allí encuentra a un señor nervioso por haber perdido a su perro dentro del bosque. 



Lea le advierte del peligro que tiene el bosque, pues muchas personas y animales entraron y jamás salieron de él. Y le recomienda que lo mejor, será esperar juntos a su perro, porque seguro que vuelve.



Así que se enciende un “cigarro con hierba”, y ameniza la espera del señor haciendo un monólogo triste, crudo, en ocasiones gracioso, pero sobre todo muy sincero, sobre lo que siente en su día a día.



Lea rumia todo el tiempo, y no deja al señor intervenir más allá de su mirada, con asentimientos y algún enrojecimiento de orejas.



Le cuenta que en el pueblo se ha comentado últimamente que se está acabando el mundo, y se plantea qué es exactamente a lo que se refieren. Porque ella quiere conocer mundo, quiere descubrir cosas, amar como se ama de verdad, ser feliz, le pese a quien le pese. 



Aunque esto signifique dejar su casa, a su madre y a su hermana. Pero ¿cuándo es el momento de hacerlo?



“¿A usted nunca le ha pasado que la vida se le enreda? Pues a mí la vida se me ha enredado, se me ha hecho un nudo que no sé cómo deshacer”



Porque la vida en el pueblo, a veces asfixia, pero también atrapa,  como leer “Yo no sé de otras cosas”.

Este libro va más allá de una novela o de un ensayo. Seguramente no hayas leído nada parecido. Las palabras de Lea se tropiezan continuamente y te hacen pensar.

Esto no es una oda a la vida en el pueblo, se podría decir que es todo lo contrario. 


Porque nunca está de más tener diferentes puntos de vista de un mismo lugar.





Marta .